Hasta hace un momento, la soledad en mi habitación no existía porque la llenaba el sonido de tu voz.
En el mismo instante en que ha dejado de sonar; las paredes son más frías, el techo queda más lejos; mis libros tienen las páginas más amarillas y el viento suave que entra por mi ventana, más callado.
De vez en cuando, el sonido de un coche rompe el silencio, ese silencio que zumba en mis oídos, mientras mi cuerpo entiende que es larga la noche, amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario