Me gustaría llamarte padre
y que el mundo te entendiera
como esa esencia amorfa, ingrávida, etérea
que un día abrió su voz para mí
en el trono del Cíclope protector.
A su cuidado, se crió el pensamiento
que rodea los caminos
y aprendí que mi alma con la muerte
no dejó de ser errante.
Me gustaría llamarte madre
y que el mundo te entendiera
como esa esencia amorfa, ingrávida, etérea
que un día germinó lo que soy
sobre la causa de lo que dejé de ser.
En su oscura entraña, se modeló la estructura perfecta
del Ser que camina
y del mundo preciso que lo iba a acoger.
Me gustaría llamarte hermano
y que el mundo te entendiera
venido de esa esencia amorfa, ingrávida, etérea
cuyo origen compartimos y nos lleva a ser iguales.
Desde la distancia que te impide reconocerme,
pregunto por qué se cegó tu memoria
sin entender el empeño por marcar mi diferencia.
Me gustaría llamarte padre,
me gustaría llamarte madre
y que el mundo me entendiera.
Vivo entre ti y eso me basta
para querer llamarte hermano.
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