Mundo
de ciegos y sordos
donde
más habla el sin ton ni son;
donde
el necio se cree galán
y
el trepa conquistador;
donde
el vanidoso pretende ser admirado
como
único beneficiario de la admiración
y
el inculto todo lo sabe ignorando
que
existe la interrogación.
Y
es que el hacerse preguntas planta verdades,
acerca
monstruos al pensamiento,
obliga
a tomar posición
y
resalta las carencias.
Señores,
tienen razón:
¿Para
qué vamos a pensar
y a
complicarnos la vida?
Si
nacimos siendo tan sabios
y
dotados de tanta perfección,
que
el pensar lo haga quien lo necesite
que
por nosotros siempre habrá quien piense
e
implante su decisión.
Que
piense quien no sea capaz
de
vivir en este mundo de ciegos sordos parlanchines
que
presumen al hablar, hablando sin ton ni son
desde
un ombligo feudal que rinde culto formal
a
sus gloriosos vahídos.
Aquí,
donde el aplauso egolatra y no da más fruto que el “yo”,
que
sigan los bajos fondos,
el
decir y hacer corrupto
y
las traiciones al amor
que
a fin de cuentas, señores,
es
un órgano el corazón.
El
que tenga hambre que pida,
que
ya habrá quien le dará,
y
el que sufra que se calle
que
no son tiempos de llorar.
Ilustre
mundo de ciegos sordos parlanchines
donde
el aplauso egolatra y ayuda a saltar,
estás
jodido y no te enteras
o
no te quieres enterar.
Los
monitos de feria son felices
cuando
se les echa un cacahuete
y
por recibir tal recompensa
no
se lo piensan
y
saltan más.
© Copyright, Mara Romero Torres
(Imágenes tomadas de la web)