miércoles, 27 de enero de 2010

Las brisas del pensamiento

Los poemas más bellos ya se han escrito.
Ya se ha dicho de mil maneras te quiero.
Ya se han pintado de mil formas diferentes
las brisas del pensamiento.
Ya las musas han viajado al ocaso
en los barcos deshechos del atardecer,
sin gaviotas que anuncien la cercanía
de las costas perdidas.
Ya se han visitado los infiernos
lóbregos de esta vida que es la que es.
Ya algunos han subido al Olimpo
y han recogido sus alas.

Yo te he llamado a gritos y no me has oído.
Te he amado siempre y nunca has estado.
He buscado mil maneras de tenerte
y he tocado el vacío.
Ya, sin alas, sin cielo y con mi infierno,
te espero en la sombra gigante del deseo
que inunda de humo uñoso la mirada
triste y seca del silencio.

(del poemario Las Brisas del Pensamiento)

sábado, 2 de enero de 2010

Todo tú

Tu nombre:
Brisa fresca del mar,
reflejo de cumbre blanca,
sonido a nana de bronce.

Tu cuerpo:
Cincelado de deseo
con martillo de pecado.
Sabor a algas y a sal.

Tus ojos:
Luciérnagas encendidas
del fuego de las vestales.
Faroles en los caminos.

Tu boca:
La menta y la yerbabuena,
el tomillo y el romero,
la albahaca y la alhucema.

Tus manos:
Lazos de soleares,
remolinos que desgranan
filigranas de silencios.

Tu risa:
Puñal que cala suave
y escinde la vena opaca
de la raíz de la vida.

Tú:
El mar, el monte, el deseo,
el aroma, el movimiento,
el sabor, el puñal, la luz
de las canas de mi cuerpo.

Al calor de una guitarra

Adentrarme en la niebla
que oculta la luz cansada
y enfrentarme al guerrero
que asoló mi madrugada.

Batirme en juicio divino
con la sombra del vacío
de este llanto, de esta hiel,
de este fuego, de este frío.

Buscarte para besar
el pozo de tu mirada
y arremolinarte el alma
al calor de una guitarra.

Canta, grita, zapatea,
enturbia mi noche amarga
que no quiero que la luna
use de espejo mi cara,
que no quiero que se ría
de este amago de esperanza
diciendo que soy el fin
de la última mañana.

Llora, calla, bate palmas
que llega la luz del alba
y si me pierdo en la niebla,
en ésa que todo lo acaba,
me guiaré por el son
del calor de una guitarra
para encontrarte y besar
el pozo de tu mirada.